En el siglo XVIII, junto a los Gallos campurrianos se contaban otros pocos esparcidos en Santander, Villacarriedo, Bárcena de Cudón o Tudanca. Tal vez originarios de Alcántara, eran Antonio y José Vicente Gallo, vecinos de Santander y la Población de Campoo de Yuso en aquellos años centrales del siglo XVIII, y de Tudanca sin duda tres hermanos llamados Gabriel, Andrés y Manuel Gallo Díaz Calvo, nacidos en la capital del Perú y descendientes de montañeses.

Después de un siglo, a finales del XIX, el apellido Gallo continuaba enraizado en territorio montañés, de modo especial en el área de Valderredible, pero también en otros puntos distantes entre sí como Polanco y sus inmediaciones, Laredo, Ruiloba o en la misma capital de la provincia.

Poco conocidas son las biografías de los Gallos cántabros, aunque Mateo Escagedo, maestro de genealogistas, dejó escrito al ocuparse de este apellido en Celada que hubo de este linaje muy señalados hombres.

A tenor de algunos escudos heráldicos, el apellido Gallo se identifica con el ave de corral, que en alguna piedra cántabra aparece con el lema ‘Por que yo me lo se’.