Santander en aquellos años finales del siglo XVI contaba con unos 2.700 habitantes; una cantidad muy superior a la registrada en las décadas anteriores y aún en el siguiente siglo, a causa de las fuertes epidemias que azotaron la villa mermando en número muy considerable su poblacián.
Junto a las pocas familias principales que ocuparon los oficios administrativos y encabezaron las empresas militares y comerciales, estaba la cuantiosa ‘república o pueblo común’: labradores, marineros, artesanos y mercaderes en su mayoría. De entre ellos, se fueron fraguando nuevos linajes en los Ceballos, Herrera, Liencres, Penagos, Somo, Bolivar, AgÃ?¼ero, Camargo, Heras, Santiago y Toraya entre otros, como advierte el historiador Rogelio Pérez Bustamante.
Ni los linajes antiguos ni los nuevos fueron eternos. Unos aparentemente se extinguieron, como el de Escalante; otros desembocaron en familias diversas como el de Sánchez con Barcenilla o el de Calleja con Alvear.