Sea el origen de los Villegas godo o cántabro, proceda el apellido de un nombre de persona asociado a un lugar o de un hecho circunstancia, lo cierto es que los Villegas figuran desde muy antiguo como un importante linaje del Valle de Toranzo, como así lo atestigua el señorío nombrado en el Becerro de las Behetrías mediado el siglo XIV. En realidad, en aquel momento, las posesiones de los Villegas se extendían por diversos lugares de las Asturias de Santillana en manos de Pedro Ruiz de Villegas, Adelantado Mayor de Castilla, quien vendió todo lo que tenía, desde Pie de Concha al mar, a Garcilaso, el tío de su mujer.

Aún así, el patrimonio de los Villegas era considerable. En sus diversas ramas preservaron la torre y palacio del Coterón en Villasevil; las casas de Castillo Pedroso o la fortaleza de Acereda entre otros muchos solares, capillas y derechos asociados al linaje. Precisamente la torre de Acereda, con sus barbacanas y murallas, fue incendiada por Garci Fernández, el nieto del Conde de Castañeda, otra de las familias dominadoras del valle de Toranzo en la Edad Media.

En el siglo XVIII, al menos cuatrocientos años después de la’aparición’ de los Villegas en Cantabria, el apellido continuaba muy localizado en los Valles de Toranzo y Buelna y en otros puntos costeros de las Asturias de Santillana. Esa distribución, con contadas excepciones, parece constante hasta el siglo XX, si bien hubo Villegas destacados en la curia, las armas y las letras fuera de la región y particularmente en América, donde tantos y tantos cántabros probaron fortuna o al menos desempeñaron un oficio apropiado a su condición.