El hijo menor de Beltrán y Mencía, llamado Beltrán de Guevara, recibió la herencia materna y sumó a su título de señor de Escalante, el de conde de Tahulú, un lugar de Pámanes. A sus dominios en la villa de Escalante, las diversas posesiones en la merindad de Trasmiera y en el entorno del valle de Valdáliga y la villa de Treceño, habría que sumar en Polaciones la villa de Santa Olalla y en Puente Arce una torre fuerte con sus heredades y pozos de salmones

Los primeros Guevara montañeses eligieron como sepultura el convento de San Sebastián de Montehano en Escalante. Allí yace el citado Beltrán de Guevara, y su hijo mayor, Ladrón de Guevara, que fue marqués de Rucandio, capitán general y mayordomo mayor de las hijas de los Reyes Católicos. La misma capilla del altar mayor fue la última morada de Pedro de Guevara, embajador de Carlos V en Polonia, y José de Guevara, capitán general en el Rosellón.

Los Guevara también ejercieron una considerable influencia al otro lado de la región, en el entorno de San Vicente de la Barquera. Allí se hicieron con el patronato del convento franciscano de San Luis -hoy en ruinas-, donde promovieron muchas obras. En su panteón fueron sepultados, entre otros, Juan de Guevara y su mujer, María de Ulloa, y otro Juan de Guevara y su esposa, Ana de Tovar. Según el Memorial de la casa de Escalante y servicios de ella al rey nuestro señor, los Guevara se enterraban alternativamente en los conventos franciscano de San Sebastián de Montehano y en el de San Luis de San Vicente de la Barquera.

Más de trescientos años después de la llegada de los Guevara a tierras montañesas aún pervivía el apellido Vélez de Guevara. Unas pocas familias llevaban exclusivamente el Guevara en la zona occidental, puntualmente en el valle del Nansa, cerca del lugar donde este linaje había desplegado su dominio en la Edad Media.