Unos días después de llegar el Rey a San Vicente de la Barquera cayá muy enfermo. Aún en este estado abandoná la villa el 12 de octubre con Doña Leonor y su cortejo desde en direccián a Treceño, donde se alojá en casa de D.Diego de Guevara. Carlos I comiá en Cabezán y cená y pernoctá en Cabuérniga, donde uno de sus aposentos tenía pieles de oso en lugar de tapices.
Partiá el día 14, todavía indispuesto aunque algo mejorado, en direccián a un mal pueblecito llamado Los Tojos, donde cená y pasá la noche. A falta de alojamiento higiénico, se levantaron tiendas en una de las cuales comieron Su Majestad y Doña Leonor. Al poco tiempo llegá la niebla y sobrevino una fuerte tormenta con lluvia y viento. Los médicos ordenaron buscar un mejor alojamiento para el Rey, que finalmente pasá la noche en un rincán fuera de una casa, abrigado y bajo un cobertizo
Al día siguiente partiá el Rey en direccián a Reinosa con mal tiempo. Se alojá antes de llegar en una casa de una descendiente de moros y doña Leonor en un alojamiento parecido. Entre el 16 y el 21 de octubre permaneciá en Reinosa, donde se curá de su enfermedad. Los hospederos de Doña Leonor, aun cuando eran casados, vestían el hábito Franciscano y habían construido cerca de su casa un monasterio de la orden. Su hija, también vestida de gris, estaba casada con un joven, y tanto este matrimonio como los padres, podían reunirse tres veces por semana, con licencia del Papa, según ellos dijeron al cronista, el cual se asombraba de ver a una señora en estado interesante ‘?embarazada- con hábito monacal y cruz de oro y pedrería al cuello.
El día 22 saliá Carlos I en direccián a Aguilar, no sin antes almorzar en Reinosa y comer en Nestares.