Esta idea no aporta nada nuevo a lo ya conocido por estudiosos e investigadores, pero no está de más, de vez en cuando, ofrecer algún dato con el fin de ilustrar mejor tal afirmación. El caso, por ejemplo, de los Díaz en Novales es un botón de muestra que bien puede aplicase a otros lugares y a otros apellidos.
Mediado el siglo XVIII, una treintena de familias llevaban en Novales el apellido Díaz. De un total de 36, el 50% eran Díaz de la Cebosa y solamente 5 cabezas de familia llevaban el apellido Díaz a secas. El resto eran Díaz de Ceballos, Díaz de la Puente, Díaz de Pando, Díaz de la Vega o Díaz de Diego entre otros. Incluso es posible que los Díaz a secas llevaran otro apellido que no aparece en las fuentes consultadas.
Sea como fuere, la gran mayoría de los Díaz en Novales eran ‘Díaz de algo’ en el siglo XVIII. Cien años después, sobre todo a consecuencia de la puesta en marcha de los Registros Civiles en 1870, los apellidos compuestos se van fragmentado hasta el punto de desaparecer los viejos en muchos documentos de la administración pública.
Así, los ‘Díaz de algo’ que podían rastrear sus apellidos en el lugar hasta el siglo XVI se quedaron simplemente en Díaz . Otros, tal vez, se quedaron con la parte menos común del apellido, la de Pando o Ceballos, de modo que la confusión genealógica se acrecienta de producirse esta circunstancia.