La presencia de cántabros en Cádiz capital y en otros lugares como Jérez de la Frontera, Puerto de Santa María o San Lúcar de Barrameda ya era notable en el siglo XVIII y aún en tiempos anteriores. Estos cántabros, dedicados en su mayoría a las labores del campo en su tierra natal, tenían la oportunidad en Cádiz de dedicarse al comercio o iniciarse en esta profesián como mozos y mancebos de establecimientos regentados por familiares o personas de su mismo entorno. Esta práctica, por cierto, ha continuado hasta el siglo XX y de hecho hay muchos ejemplos vivos que dan fe de una tradicián ininterrumpida.
Cádiz fue para muchos montañeses destino definitivo de su aventura laboral, pero otros tantos utilizaron esta ciudad como escala para probar fortuna en tierras americanas.